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Yesika Herrera: “Lo que va a hacer la política de género es ir iluminando por dónde vamos transitando, pero quedan muchos desafíos por abordar”
Por Constanza Cárdenas, periodista Comisión CAHVDA PUCV
Con el propósito de promover la igualdad y prevenir la discriminación en todas sus formas, en 2021 entró en vigencia la Ley 21.369, esta norma busca que las universidades adopten todas las medidas necesarias para prevenir situaciones de acoso sexual, violencia y discriminación de género.
En este marco surge la nueva Dirección de Equidad de Género de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, liderada por la doctora en Psicología y académica de la Escuela de Trabajo Social, Yesika Herrera Soto.
Conversamos con ella para conocer su experiencia y visión sobre el papel que podría jugar esta Unidad en la promoción de la igualdad de género y su potencial impacto en la comunidad universitaria.
Cuéntanos ¿cuál es tu trayectoria profesional en esta área?, ¿desde dónde ves las temáticas de género?
Tengo una experiencia profesional bien extensa en torno a los temas que tienen que ver con violencias, niñeces, familia y política pública. Yo diría que ese es como el gran paraguas que, de alguna manera, he ido desarrollando en el tiempo y que me permite abordar y pensar las formas de intervención que, en temas como este, atraviesa variables psicosociales, socioculturales y sociopolíticas.
Ingresé el 2001 a la universidad como ayudante de la asignatura de sociología general y después como profesora media jornada el 2007. Luego, mi formación en el Magíster de Psicología Social en la Universidad de Valparaíso y posteriormente el Doctorado en Psicología de la PUCV, abrieron nuevos horizontes de conocimiento, específicamente a partir de la lectura de perspectivas más críticas sobre el género, las que permiten tensionar las estructuras culturales, simbólicas y políticas que reproducen las prácticas sociales vulneradoras de derechos.
La comprensión e intervención de estos fenómenos requieren situarse en capas distintas para ver las formas de relación en las que se expresa esa asimetría de poder, esa negación del otro, que en esta cultura patriarcal es la mujer, la niña, las disidencias sexuales. En esta cultura los vínculos están habitados por representaciones sociales, por creencias que van a permitir que se reproduzcan esas formas de relación. En la dimensión más sociopolítica que tiene que ver en el sistema normativo y jurídico, no solo instituciones jurídicas, sino que también otras instituciones que regulan las relaciones como el sistema educación, políticas públicas que tienen la potencialidad de producir nuevas formas de relación, más respetuosas e inclusivas, así como de reproducir estas asimetrías de poder, porque en el fondo de lo que estamos hablando es de las formas de gestión de poder en situaciones de tanta desigualdad como la que conocemos: negar la existencia de un otro u otra como sujeto social y sujeto de derechos.
En ese sentido, con la creación de esta Unidad de Género la universidad viene a regular desde la institucionalidad ¿De qué forma crees que el nuevo órgano ayude a avanzar a nuevas maneras de relacionarnos?
El encuentro ‘Experiencias y desafíos en la construcción de las direcciones de género en las universidades’, realizado el 20 de marzo, instaló una conversación necesaria y posible. Este órgano se formaliza ahora, pero tiene antecedentes en otros espacios en lo que he participado, como por ejemplo la Red de Académicas y otras organizaciones en donde el género está puesto como una dimensión para pensar en un horizonte ético de la justicia y la equidad, que coincide con los principios que hoy la universidad quiere promover y las normativas nacionales e internacionales.
La creación de una Dirección de Género, no va a resolver por sí sola las inequidades de género ni las situaciones de violencia, pero sí puede ser un dispositivo de transformación en la medida que logremos instalar espacio de mucho diálogo entre los distintos actores que conforman la comunidad PUCV. En esta línea el trabajo que estamos desarrollando dice relación precisamente con la construcción de una forma de organización colaborativa entre los distintos estamentos para articular experiencias y conocimientos en torno a lo que queremos proyectar como política de igualdad y equidad de género. Para ello favorecer el diálogo institucional es un propósito central que queremos cultivar ya que hasta ahora habían estado ligados a iniciativas personales o a la ocurrencia de situaciones de conflicto. De momento hemos establecido diálogos entre académicas y profesionales, así como entre los tres estamentos (donde participan activamente las directivas de ambos sindicatos de la PUCV y la Federación de estudiantes), entre investigadores e investigadoras y durante estas semanas hemos comenzado en diálogo con las facultades. Nuestro supuesto de base es que esta forma de trabajo instala posibilidad de cambio profundo, en temas tan relevantes como la igualdad de género.
En este primer momento nos estamos centrando en sensibilizar a la comunidad PUCV en el trabajo de la Dirección de Equidad de Género y en el conocimiento de las brechas de género, la pregunta que guía estos espacios de diálogo es ¿cuáles son esas brechas?, es decir, de qué estamos hablando cuando hablamos de inequidades. Después de tomar esta fotografía de las inequidades, tenemos que trabajar en plasmar las orientaciones que darían forma a la política de igualdad y equidad de género para no perder el horizonte de nuestro trabajo.
El desafío es grande porque los temas de género despiertan muchas expectativas, pero también preocupaciones, en cuanto a los intereses que se juegan en términos valóricos, teóricos y políticos. No podríamos quitar esa dimensión, porque lo que hacemos es disputar un espacio de reconocimiento del trabajo y aporte de las mujeres para concretar un espacio de educación superior que garantice la igualdad de derechos.
En Pensemos PUCV (instancia de diálogo en que la comunidad universitaria se reúne para evaluar el quehacer de la institución y proyectar su trabajo), apareció mucho el tema de cómo dar un salto cualitativo en torno a la equidad y a la inclusión partiendo por reflexionar en torno a cómo vamos a entender estos conceptos.
En ese sentido, el género está poblado de distintos saberes y conocimientos, me interesa profundamente también que podamos hablar sobre la manera en que vamos a pensarlo. Las decisiones que vayamos tomando tienen que abrirnos una posibilidad para dar cabida a un debate abierto y reflexivo sobre los temas de género e inclusión. No podemos olvidar que estamos en una Universidad Católica, que promueve una cultura inclusiva y respetuosa. En el plan estratégico de la pastoral PUCV para el periodo 2023-2026, se hace alusión, entre sus objetivos, a “promover la vida comunitaria y la cultura del encuentro entre integrantes de nuestra universidad, aportando así a la construcción del reino de Dios”, para avanzar en este propósito necesitamos avanzar en igualdad de género e inclusión, reconociendo en ello la posibilidad del encuentro.
El esfuerzo estará también en incorporar una perspectiva interdisciplinaria que pueda debatir puntos comunes y divergentes en torno a la igualdad y equidad.
La primera meta de esta Dirección es trabajar en una Política de Género durante el 2023.
Efectivamente la política debe estar lista en julio de este año, es un corto tiempo, pero igual ha sido interesante la articulación de disciplinas y proyectos. La política es una tarea prioritaria, pero no es la única, hemos tratado de construir espacios de conversación para coordinar recursos y acciones que nos permitan sensibilizar e instalar el tema. Realizamos en marzo el taller de inducción a los primeros años, “Construyendo Equidad de Género en la Comunidad Universitaria”, actividad que organizamos con la Comisión para la Prevención, Acompañamiento y Sanción en conductas de Acoso, Hostigamiento, Violencia y Discriminación Arbitraria en la PUCV (más conocida como CAHVDA). En este tiempo ha sido posible también conocer las iniciativas que se están desarrollando en torno los desafíos de igualdad y equidad, por ejemplo, el trabajo que desarrolla la CAHVDA, los cursos de formación fundamental que también van en la línea de conversar y problematizar las relaciones de género y varios proyectos de investigación que ponen al centro el Tema y Construcción de Política de Igualdad y Equidad de Género.
¿Están pensadas algunas instancias para incluir a otros estamentos en la creación de la política?
Claro, siempre pensamos en la lógica de las redes. Con algunas profesoras como Luisa Castaldi, de la Escuela de Psicología, y Soledad Vargas, de la Escuela de Periodismo, comenzamos a pensar en esta Dirección, pero también conversamos con representantes de las académicas de cada una de las facultades para conocer su realidad.
Además, como te señalaba antes, existe una comisión triestamental donde están ambos sindicatos y la Federación de Estudiantes, más la Comisión Académica. Así también hemos ido conformando otro trabajo con investigadores de proyectos como el Ciencia 2030, Ingeniería 2030 e INES género.
Conversando con cada una de estas comisiones y grupos de trabajo identificamos que hay mucho más en común de lo que podríamos imaginar. Nos queda la sensación de que efectivamente esta tarea la tenemos que hacer entre todos y todas. No puede ocurrir a puerta cerrada.
¿Cómo proyectas que continúe el trabajo?
La creación de esta política será el punto de partida, no podemos pensar que con su publicación está resuelto el tema de las inequidades, sino que por el contrario pone un punto de avance, pero el trabajo tiene que seguir en esa línea. La ley señala que hay que institucionalizar y transversalizar el tema del género en todo nuestro quehacer, entonces luego de la política tenemos que pensar en planes, programas y acciones concretas que nos permitan pensar todas las dimensiones. Lo que va a hacer la política de género es ir iluminando por dónde vamos transitando, quedan muchos desafíos por abordar.