La Escuela de Trabajo Social de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso se funda en abril de 1956, ante la necesidad de formar, desde la perspectiva del humanismo cristiano, profesionales rigurosos e innovadores, en el conocimiento y en la intervención, ante los complejos desafíos del desarrollo humano en nuestro país en general y en nuestra región de Valparaíso en particular. Bajo la dirección de la Asistente Social Belga, Srta. Marcelle Van Eislander Van Riesser y adscrita a la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, la Escuela de Trabajo Social recibió ese primer año una matrícula de 57 estudiantes, lo que informó con claridad de la relevancia social de este proyecto académico.
Quince años después, en 1971, fruto de la fusión de las Escuelas de Educación Familiar y de Servicio Social, se da origen a su actual denominación como Escuela de Trabajo Social. En ese entonces, bajo las mismas directrices del humanismo cristiano, del rigor y de la innovación, disciplinaria y profesional, se diseña un nuevo Plan de Estudio cuyos ejes académicos estructurantes lo constituían el trabajo comunitario y la educación popular, estrategias facilitadoras del cambio social y de la promoción popular, que se distinguían, en aquel período, como núcleos del diseño y rediseño de las emergentes y vigentes políticas públicas. Este Plan de Estudios, del cual no alcanza a egresar una cohorte, se ve truncado por el golpe de Estado de 1973, así como muchos otros proyectos académicos universitarios, principalmente ligadas a las ciencias sociales y humanidades, en nuestro país. Esta situación, en el caso de nuestra Escuela, no sólo implicó la interrupción de la trayectoria académica de estudiantes y profesores, sino también de sus trayectorias vitales.
En Octubre de 1973, una Comisión Reestructuradora ad-hoc, propone una nueva política de gestión académica y, meses después, el año 1974, implanta el nuevo Plan de Estudios, diseñado de acuerdo a los lineamientos del Plan Único propuesto por la Asociación Chilena de Escuelas de Trabajo Social, que pone énfasis en la formación tecnológica y cuyo núcleo estructural, en apariencia, se planteaba la neutralidad en los procesos de intervención social, sin embargo, el proyecto implicaba no interrogar lo social y tender a generar formas de ejercicio profesional de carácter asistencialista y, sin reflexión disciplinaria. Es la emergencia de este nuevo Plan de Estudios, lo que explica que se autorizara la apertura de la carrera por parte de las nuevas y delegadas autoridades universitarias.
En 1982, la Escuela, ahora denominada de Servicio Social, es adscrita a la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas con un rediseñado Plan de Estudios, que pone énfasis en la formación orientada al campo de los Recursos Humanos y las Organizaciones. En esta época se da un impulso importante a la formación de postgrados del cuerpo de académicos en prestigiosas universidades de Estados Unidos y Europa.
Durante esta década, se inician procesos de transformaciones sociales, políticas, económicas y culturales, a nivel latinoamericano, en especial en la esfera de lo político. En el caso chileno, se inician procesos de movilizaciones sociales frente al sistema dictatorial, lo que implica que lo social adquiere dimensiones y alcances significativos como espacio susceptible de ser conocido y trabajado por los oficios de las ciencias sociales. En este período la Escuela de Servicio Social, configura el quehacer en comunidades periféricas de las comunas de Valparaíso y Viña del Mar, trabajando directamente con uno de los actores sociales de reconocida trayectoria en el país: los pobladores.
Al mismo tiempo, el trabajo con familia sigue generando inquietudes de conocimiento y, su expresión en términos investigativos, posibilita la creación de nuevas aproximaciones y formas metodológicas que respondan de manera que los individuos se integren en una dimensión de sujetos y, no sólo como receptores de la relación de ayuda.
Las ciencias sociales -en una pausa obligada-, van entregando de manera paulatina pero incremental, sólidos rendimientos teóricos-metodológicos, haciendo explícitos los diversos contenedores epistémicos que sustentan las explicaciones referidas a lo social. Trabajo Social se dispone con apertura y reflexividad para aprovechar este aire intelectual, posibilitando otorgar fundamentos a su quehacer y, desde allí potenciar la construcción de la esfera disciplinaria.
Este significativo esfuerzo académico emprendido desde fines de la década de los ochenta, da un nuevo fruto el año 1994, con la aprobación por parte del Capítulo Académico y el Consejo Superior de nuestra Universidad de un nuevo Plan de Estudios, cuya innovación más significativa es la creación del Grado Académico de Licenciado en Trabajo Social, lo que implica el reconocimiento formal de una formación en una trayectoria académica disciplinaria y profesional. Esta condición fue ratificada el año 2005 por la recuperación a nivel nacional (Ley 20.054), de la exclusividad universitaria de la enseñanza de la carrera de Trabajo Social. Como correlato de esta decisión, el año 2006, nuestra Unidad Académica retoma su denominación de Escuela de Trabajo Social.
En lo propiamente curricular, desde la impronta del humanismo cristiano, el nuevo plan de estudios opta por la formación compleja en la comprensión/explicación de la realidad social, en la investigación y en la intervención social, como travesía apropiada para formar personas reflexivas, críticas y creativas que logren distinguir tanto las tradicionales como las emergentes configuraciones de los fenómenos y problemas sociales, que conforman la demanda contemporánea, social y laboral, hacia el Trabajo Social en general y de Chile y de la región de Valparaíso en particular. Ello implica, formar en el pluralismo y en la integración, tanto en el campo de la lectura de la realidad social como en los campos del diseño, de la investigación y de la intervención social.
La huella de este enfoque plural, disciplinar y profesional, se registra claramente en la estructura y organización del currículum en general, aunque con particular énfasis en dos ámbitos, a saber: las prácticas integradas y la investigación social.
Las prácticas integradas, son una de las más significativas innovaciones realizadas por nuestra Escuela, a comienzos del siglo XXI, que ha merecido el reconocimiento no sólo de las principales instituciones y organizaciones, públicas, privadas y de la sociedad civil, preocupadas y ocupadas en el desarrollo social de la región de Valparaíso, sino también por la comunidad académica del Trabajo Social a nivel nacional. Reconocimiento que se ha traducido, por una parte, en la sistemática demanda para que nuestros estudiantes realicen sus prácticas profesionales en estas instituciones y organizaciones, y, por otra, en la réplica de nuestro diseño de prácticas integradas en diversas Escuelas de Trabajo Social del país, públicas, tradicionales y privadas.
Respecto a la investigación, ésta igualmente se configura de manera creativa y de innovación sistemática. Esta acción investigativa ha sido apoyada sistemáticamente por nuestra universidad, a través de sus fondos de investigación, CONICYT, a través de sus programas FONDECYT y FONDEF, instituciones internacionales (BID, PNUD, OPS, entre otros) e instituciones nacionales (ministerios y servicios públicos). Son estos esfuerzos de investigación y estudio, los que han posibilitado un proceso incremental de cooperación académica a escala internacional, ya sea a través de estadías de nuestros académicos en centros universitarios de América Latina y Europa, como de la estadía académica en nuestras aulas de destacados profesores e investigadores internacionales.
La innovación en el campo de la intervención social y de la investigación, es la base de uno de los logros más significativos de nuestro proyecto educativo, en los últimos años, cual es, la puesta en marcha de nuestro programa de Magister en Trabajo Social, hoy en su sexta versión y acreditado por la Comisión Nacional de Postgrado. Esta condición, ha generado el acceso a becas CONICYT en su versión Becas Chile y, en aquellas dirigidas a funcionarios públicos.
La alta calificación de nuestros profesores, todos con postgrado en universidades, nacionales e internacionales, de reconocido prestigio, sumado al incremento significativo de las investigaciones y las publicaciones, aseguran la sustentabilidad en el mediano y largo plazo de nuestro proyecto académico universitario.